Era una niña, que a su corta edad no entendía el por qué de muchas
cosas, murió en la tragedia de Armero, la mitad de su cuerpo quedo atrapado por
el concreto y en medio del barro y en medio de todo sus ojos no dejaban de
expresar su más preciado deseo: vivir. Esa expresión me alienta a soportar
muchas cosas de la vida, porque uno es muy miserable a veces y se queja porque
no le salen las cosas como uno quiere y sin embargo Omaira a pesar que todo a
su alrededor se habia colapsado miraba una esperanza y una luz. Escribo esto
para que el olvido no reine, para que la muerte tampoco nos intimide y para que
aprovechemos las oportunidades que tenemos y recordemos a quienes han caído.
Últimamente me ha dado por acordarme de los muertos solo para sentir que sigo
vivo, rindo pues un homenaje a Omaira Sánchez y a Inés Amelia y a Claudia, a
Adriana, Modesta, y Gertrudis, personas que escaparon de este mundo pero
no de mí corazón.
Las Recordaré siempre