Por: Yania Salazar
Preocupados se encuentran los jefes de las potencias por una nueva amenaza, el terrorismo matizado en la mente de personas al parecer estables y sin rastros de malicia, ni amenaza. Han sido convocados a explicar estos eventos verdaderos expertos en el comportamiento humano que señalan estos actos como "desequilibrio" y "adhesión extremista". Eventos como el ataque en un Colegio de E.E.U.U. y el último registrado en Noruega cuyos actores muestran un grado de frialdad y sevicia, proporcional al la escala de miedo que provocan, porque actúan de un momento a otro convirtiéndose en verdaderas "bombas humanas" dispuestas a explotar sin previo aviso.
Anexo a todo este panorama se halla la controversía del papel de la educación partiendo desde el núcleo familiar pasando por la aulas y terminando en la sociedad. Básicamente hoy en día las potencias temen luego de un acto de terrorismo acaecido que otros intenten imitar ó sustraigan el ejemplo para atentar de igual forma contra la sociedad.
Estamos frente a un terrorismo psicótico, desalmado, que odia, que es inteligente y examina sus objetivos, causa miedo y siembra terror, al grado de lograr que los organismos de Inteligencia examinen el perfil de las personas a través de las redes sociales buscando presuntos "terroristas" a fin de prevenir su accionar. Pero lejos de todo se contemplan verdaderas salidas basadas en el ofrecimiento de oportunidades de trabajo, estudio y salud.
