jueves, 29 de septiembre de 2011

EL PACTO DE LOS 40

Por V.



Como a los 20 años nos vímos tan capacitados para enfrentar la vida al punto que parecíamos de caucho: el licor ardiente lo digeríamos como agua, el cigarrillo lo tolerabámos como segundo aire vital, las drogas ilícitas las escondiamos en el organismo y la astucía la rebeldía y el inconformismo los lucíamos a flor de piel. Nos dimos cuenta que el tiempo es implacable y es el enemigo número uno y nada de lo que nos proponíamos podía detenerlo. Entonces algún día lúcidos hicimos un pacto "no llegar vivos a los 40".

Pero el verdadero propósito partió de algún miedo oculto que teníamos y que más tarde se hizo confesable: el exámen de prostáta. Antes muertos que bombardeados. Pero como los años veinte con todas sus argucias y tonalidades se pasan como un soplo y en vista de que el primer candidato a cumplir el pacto se marchó de este mundo por arte de mágia sin proponérselo en un accidente de auto y el sucesor reposa sus locuras en un manicomio y el que sucede por obligaciones familiares traicionó el pacto, y por lo demás los que seguímos en la fila esperamos la hora y con optimismo creemos no llegar a tanto, el pacto se esfumó.

Sirva esto para decir que los tiempos cambian y el agua pasa como la vida que no has de beber.