miércoles, 4 de junio de 2014

Al rescate de las almas 2

Por Antonio Carvajal

... En eso el agua bendita calma la sed y redime el alma cargada de odio, es por fin libertada y descansa para hacer el bien...

Las chiquillas duermen y en la apacible calma los curiosos tratan de establecer si el milagro lo hice yo o el Señor Médico, él me llama a un lado y dictamina un diagnóstico que comparte también con cada uno de los familiares de las chicas "se intoxicaron con el humo de las lamparas de petróleo". Sin embargo el padre de una de las chicas me dice que no cree tal cosa, que lo mejor es que se haga uso del agua bendita. El Señor Médico toma su maletín y esta dispuesto a marcharse ya que la dosis formulada fue calculada para que despierten en la mañana, la recomendación del facultativo es mucha hidratación, parte con la promesa de volver al siguiente día, cuestión que me hace imitarlo ante la promesa de dejar en medio de la cama donde duermen las chiquillas los rosarios y una botella de agua bendita.

Apenas despunta el alba, alguien llama con urgencia a la puerta de la casa cural.