lunes, 7 de septiembre de 2015

El hombre no tiene sino sus dos pies, su corazón y un camino que no conduce a ninguna parte, Gonzalo Arango el Profeta más flaco del planeta

"Todo es mío, en el sentido de que nada me pertenece"

Con alma de faquir abnegado y displicente tiene su bocado para cada hambriento de verdad, la religión, la política, la sexualidad. Más allá todo esta por conocerse y disfrutarse, estamos en una paraíso que lanzamos a la perdición por nuestro actuar. Y ahora como virtuales dueños de lo material perdimos nuestras credenciales de seres, "cuanto tienes, cuanto vales". Pero la nada ha estado siempre allí como la cascada a la que todos tarde o temprano enfrentaremos. 

Solo por eso la ostentación no es buena, apegarse a algo material o a un ser tampoco es que calce dentro del concepto de fidelidad, hay distintas maneras de lealtad.

El arraigo a una cultura y a unas costumbres han determinado que hoy se geste una raza de seres insipientes carentes de sentimiento y manipulen un sistema para explotar; pero el conocimiento ha llevado también al despertar de sentidos ocultos en el humano, el instinto de conservación hoy ya no es el tomar posesión, sino que es el sentido de servir a los demás.

Ya que en el Nihilismo representaba una inclinación hacía la nada misma sin ninguna precaución y solo con la amargura de que la existencia carecía de singular sentido, fue el Nadaísmo un choque que determino más bien que la existencia era lo sagrado y que la afirmación de lo que está vivo y el descartar de lo que se encuentra muerto es lo que realmente importa.

Hoy vencemos el espacio con vehículos y naves que vencen la velocidad del sonido, nos podemos comunicar más abiertamente, sin embargo el tiempo va más rápido y la calidad de lo que trasmitimos es menor. Tenemos conciencia de aprovechar cada segundo de vida, pero descartamos hacer algo que nos permita conocernos más y mejor.

Desde el Nadaísmo se profetizó la muerte de los valores y la agonía del amor, fue su poesía quien dio buena cuenta de que había que hacer memoria de los acontecimientos pasados para no cometer la imprudencia de volver y recaer.

Y entonces también la literatura nadaísta se excuso con los metafísicos para tratar de enfocar al humano al más acá, pues un acto de contrición y perdón debería llevarse a cabo de este lado, ya que en el más allá no se sabe si habrá posibilidad de una expiación sin culpa. El Nadaísmo lanza es un llamado a vivir aquí y ahora, a considerar lo que se tiene,  (no de lo que se carece) y ser felices con esto y no diametralmente mirar al cielo y decir que fue acto divino (lo bueno) o mirar al frío suelo y lamentarse de que fue un castigo (lo malo).

Esa trashumancia humana entre lo bueno y lo malo invierte un tiempo valioso y consume gran parte de la energía y por tanto su incidencia dentro del mundo en vana, no hay trasformación, no hay cambio y hoy podemos ver como si el maquillaje ha cambiado pero en el fondo las cosas siguen con su peregrinar normal hacia el fin sin lograr mayor evolución ni sentido.